La responsabilidad de
tener un perro no acaba con la alimentación cara que le suministras a diario,
con la cobertura de sus necesidades sanitarias y con los paseos divertidos que
organizas con él siempre que puedes. Todo eso no sirve para nada, si no existe
el vínculo entre tú y tu perro. Crear,
fortalecer y mantener el vínculo entre ambos es la verdadera responsabilidad en
la que incurres cuando decides tener un perro a tu cargo.
¿Qué es el vínculo? Es
una unión entre dos personas, animales o
cosas, entre otras acepciones. Esa unión es y debe ser para toda la vida y nada
ni nadie pueden romperla. Pero una unión tan fuerte y duradera debe estar
fundamentada en unos cimientos férreos e inmutables que pueden resumirse en
estos conceptos: Respeto, confianza, lealtad y sobre todo, autenticidad con una
actitud adecuada.
Una vez un maestro Zen
invitó a un joven a sentarse como él en la posición del medio loto mientras estaba observando a una lagartija. Una vez
hecho esto, el maestro le dijo: “Los
animales siempre están en Zen”; el adolescente le miró y no entendió nada.
El maestro al ver que el chico no comprendía pero había conseguido sentarse
correctamente, le dijo: “Has encontrado la
postura. Ahora debes encontrar la actitud”.
Un dueño de perro debe
encontrar esa actitud con su animal, y no dejarla nunca de lado. Debe ser una actitud honesta,
seria, disciplinada y coherente. Este es uno de los pasos para llegar a formar
el vínculo; quizá el primero, puede que el más importante, pero no el único.
El respeto es otro. Respetar
al perro no es invitarle continuamente a golosinas, dejar que se suba a la cama
y permitir que nos erosione la cara a lametazos, ni siquiera es no molestarle
cuando duerme, come o pasea, ni pegarle, o maltratarle, o comprarle ropitas. Respetarle es aceptar su naturaleza de perro,
con sus virtudes, defectos y necesidades. Por supuesto, él también nos debe
respetar y no infringir las leyes que le hemos impuesto.
Tenemos que con la
actitud y el respeto hemos avanzado mucho hacia la obtención del famoso vínculo,
pero aún nos faltan ingredientes. La confianza es uno de ellos. Si confiamos en
nuestro perro y él lo sabe, no nos defraudará nunca. Asimismo, si él confía en
nosotros tampoco debemos defraudarle y ejercer siempre de guía cuando pregunta
o pide autorización. La confianza no se regala, debe ganarse poco a poco desde
una semilla inicial que debe otorgarse sin más desde el principio de la convivencia.
Conseguir la lealtad del
perro ahora ya es muy fácil: Tenemos una actitud segura constante y coherente,
un respeto, y una confianza. Ha nacido el vínculo. El perro será leal para
siempre. ¿Lo seremos nosotros? Con esa lealtad, el perro hará todo lo que
queramos, aunque tengamos que enseñarle, por supuesto, cómo hacerlo; pero lo
hará porque quiere, no por los halagos, golosinas o juguetes que le brindemos,
sino porque sabe que el dueño se lo pide y eso es lo natural, sin premios ni
castigos.
En definitiva, sólo
debemos buscar la autenticidad del perro y de nosotros mismos, vivir con él
como con uno mismo, ya que no nos juzgará ni se avergonzará por ningún defecto
que tengamos, no nos dejará nunca en ridículo, no se reirá de nosotros; estará
siempre a nuestro lado a pesar de cualquier circunstancia adversa... ¿Tiene
precio esta lealtad, este vínculo?